Durante mucho tiempo soñé con correr en Torres del Paine. En 2 oportunidades tuve la posibilidad de ir a hacer la O + W pero por distintos motivos ésto no fue posible. Apenas supe que podría ir a trabajar a Patagonia International Marathon y a Ultra Trail Torres del Paine no dudé en inscribirme.
Reaparecía una antigua lesión al tendón de aquiles que amenazaba mi participación en ésta carrera. 3 meses sin correr (tan solo alguna ocasiones). Nuevamente la posibilidad de recorrer éstos senderos quedaban cubiertos por una densa niebla.
A dos semana de ir a ésta carrera tenía claro que no estaba en forma, tampoco en el peso adecuado para correr, menos con el fondo necesario para una carrera como ésta y para que hablar de velocidad o el tono muscular. Tenía la cabeza, la voluntad, la patudez, la confianza y el miedo de pararme en la línea de partida. Ésta sería mi segunda carrera del año, también mi segunda vez en la región y la segunda carrera en el año que llegaba sin prepararme. Sentía que iba a dar una prueba en la universidad, sin haber hecho un trabajo, una tarea y sin haber estudiado. Derechamente había repasado la materia el día anterior – el lunes de esa semana – y me presentaba a la prueba con la esperanza de pasar de curso.
Por alguna razón y a pesar de “no haber hecho las tareas” sentía que era capaz de terminar, no siendo esto 100% cierto pero mi cabeza, cuerpo y alma estaban la disposición y voluntad para hacerlo. Gracias a la salida del lunes pude comprobar que no estaba tan mal para correr y que en definitiva lo poco que hice en éstos meses si me había mantenido en una forma física aceptable para terminar la carrera. Mi objetivo último sería terminar, pero si por algún motivo no iba a ser capaz de hacerlo, me detendría.
La noche anterior, Matt Maynard, amigo inglés a cargo de Greenbeantrails.com, me preguntó cual sería mi plan de carrera y yo le dije: “La verdad es que mi cuerpo va a funcionar bien hasta los 25K, ahí correré cada bajada como si no hubiera un mañana, subiré caminando cada subida y correré todos los planos que pueda correr. Luego de eso veré hasta donde puedo correr y haré los siguientes 25K de la mejor manera que pueda.” Sólo quedaba correr el trazado de la mítica W.
3 de octubre 8:00am, los imponentes bloques de piedra y montañas forjadas por glaciares, una fresca mañana y un grupo de individuos se encontraba corriendo, por un lugar que en algún momento fue el fondo de un mar. Un escenario perfecto para iniciar un viaje de 50K por el Parque Nacional Torres del Paine.
Más allá de lo corrido o no, Torres del Paine me devolvió la chispa y las ganas de correr y competir e ir en búsqueda de esos momentos de gozo donde sientes que eres uno con tu entorno, esos momentos donde tu cuerpo no responde como quieres y debe seguir adelante.
Porque finalmente las carreras y sobretodo en lugares que conoces por primera vez se asemejan a la vida, a un proyecto en particular, a la búsqueda de un sueño o un objetivo por cumplir. Comienzas, tienes en mente tu objetivo, avanzas sin problemas hasta que en un momento debes comenzar a tomar decisiones para seguir avanzando. Tienes un plan A y éste no funciona, pasas al plan B y parece que no es la mejor idea, por lo que luego vas al plan C o comienzas a improvisar. En más de algún momento tienes problemas, dificultades, pero quieres seguir, es el espíritu el que te lleva a seguir adelante, son las ganas de lograr lo cometido.
Se acerca el final y el resultado se vuelve cada vez más cierto, que vas o no a cumplir lo que tenías en mente durante tanto tiempo. Luchaste por lo que querías, porque no estamos para cosas fáciles, si fuera por eso no las haríamos. La carrera se transforma en una lección, donde ya no eres el mismo de hace unas horas. Eres un poco mejor, con una arruga más que antes pero ya eres mejor.
Siempre ganas, logres o no logres tu objetivo, siempre hay algo positivo por sacar.
3 de octubre 3:34pm, cruzo la meta y recibo un abrazo de cada uno de mis amigos que ya habían cruzado la meta. La felicidad me invade y disfruto el momento de haber logrado un sueño. Miro hacia atrás y no podía creerlo, pero ya se volvía más real que antes.
Minutos más tarde me entero que Jonatan Canto, corredor argentino de 23 años, había muerto a los 30K de recorrido. Un paro cardio respiratorio había detenido su carrera. Resulta inevitable pensar que ésto podría haberle pasado a cualquiera de nosotros durante la carrera. De ese momento en adelante comencé un proceso de reflexión que aun no termina [Iniciando otra carrera].
Recent Comments