Nuestra disciplina se caracteriza por practicar muchas subidas y bajadas, donde tenemos que exigirnos vigorosamente en largos tramos y nuestra estructura corporal se lleva al límite. Hoy comentaré como esto afecta en particular a la musculatura posterior de la pierna. Si no nos damos tiempo para recuperarnos entre entrenamientos y competencias, o aplicamos cargas mas intensas que las que realmente podemos aguantar, comenzaremos a derrumbarnos de a poco.
La prevención es el aporte fundamental para nuestra salud y rendimiento deportivo, y no olvidemos que las presiones de la rápida recuperación muchas veces nos conducen al fracaso.
La actividad repetitiva, frecuentemente excéntrica, produce microtraumas acumulativos que debilitan las estructuras tendinosas y llevan a una lesión por sobreuso. En otras palabras, cuando el proceso destructivo del estiramiento sobrepasa la capacidad reparativa, provoca mayor proporción de fibras tendíneas desgarradas1.
La tendinopatía del tendón de Aquiles es común en el corredor de cerro y ultramaratonistas, alcanzando cifras del 18,5% de prevalencia2. Esta lesión no se genera de un día para otro y es de tipo multifactorial. Estos se dividirán en “factores favorecedores” y “factores desencadenantes”.
Dentro de los factores favorecedores encontraremos el tipo de terreno en que se corre, ya sea “muy duro”, “muy blando” o irregular. Entrenamiento deportivo inadecuado, no respetando el principio de progresividad, pérdida de la coordinación neuromuscular, alta intensidad y volumen de entrenamiento con bajo nivel de recuperación. Tipo de calzado deportivo, jugando en contra si posee un contrafuerte demasiado alto y rígido. Disarmonía músculo-tendinosa, se da en los casos en que el tendón es muy delgado en relación al volumen y fuerza del tríceps sural, entonces dicho tendón no soporta la carga que el tríceps sural genera sobre él. Tratamiento con corticoides, ya sea por vía oral o infiltración. Ingesta de esteroides anabolizantes. Deshidratación. Alteraciones estáticas y dinámicas del pie, descompensadas3,4.
Es necesario enfatizar que estas son teorías de “por qué” ocurre la lesión, pero de todas formas no se ha demostrado que haya una relación directa de causa-efecto al coexistir estos factores5.
Los factores desencadenantes son los traumatismos endógenos, caracterizados por los propios movimientos articulares que serán nocivos, como una dorsiflexión de tobillo excesiva y brusca, o extensión completa de rodilla con el tobillo en posición neutra o dorsiflexión. Y los microtraumatismos, los cuales son de acción lenta y progresiva3, asociados a las largas bajadas con gran inclinación en las que hay que ir frenándose.
Para lograr identificar esta lesión hay algunas características comunes, como presencia de dolor en la zona media del tendón de Aquiles o cerca del talón luego del ejercicio. Cuando esta se va haciendo más grave, molesta durante el entrenamiento y en casos severos, el dolor interfiere con las actividades de la vida diaria. Al despertar en las mañanas hay mayor rigidez de la zona posterior de la pierna. En ocasiones, duele al comenzar el entrenamiento, disminuye mientras se realiza la actividad y aumentan las molestias al término de la sesión. Al palpar este tendón, se sentirá caliente, engrosado o con presencia de nódulos, puede crepitar y existir cambio en la coloración de la piel1,4,5. Dentro del estudio imagenológico utilizado para diagnosticar este lesión, son útiles la ecografía y resonancia magnética5.
Para tratar esta lesión, actualmente existen muchas herramientas, como el ultrasonido, ondas de choque, láser de baja intensidad, apoyo ortésico (taloneras), masaje Cyriax1,5,6,7,8. De todas formas, el tratamiento considerado de primera línea, es un régimen de ejercicio excéntrico de la musculatura posterior de la pierna. Este consiste en realizar 3 series de 15 repeticiones, 2 veces al día, durante 12 semanas6,7. En las siguientes imágenes se muestra la realización del ejercicio. Al despegar el talón del suelo, la contracción de la musculatura debe ser rápida, y al contactar nuevamente el talón con el suelo, el descenso debe ser lento y controlado. Sirve a modo de prevención y tratamiento5,6. No olvidar que esto debe ir acompañado de reposo deportivo o baja de las cargas de entrenamiento.
Según diversos autores, en los casos en que la lesión no remita con tratamiento conservador luego de 2-6 meses, se aconseja cirugía1,5.
Siempre es importante consultar con un médico especialista y no intentar solucionar nuestros malestares de forma autónoma, más vale pesquisar las lesiones en estadíos tempranos que cuando ya ha empeorado.
A seguir entrenando y cuidando nuestro cuerpo.
Alonso Alarcón Elgueta Kinesiólogo PUCVBibliografía.
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