Tenía sentimientos encontrados, por un lado el Andes Infernal, este gran sueño de una carrera hacia el cielo que se había hecho realidad, por otro lado, por segundo año consecutivo el mal tiempo obligo a bajar nuevamente la meta de altura quedando inconcluso el sueño de que muchos corredores, en carrera, lograran conquistar la cumbre del cerro El Plomo: esto me tenía defraudado.
Pasó la semana y se anunciaba pronóstico de buen tiempo que junto a la motivación y entrenamiento se juntaban perfectamente para intentar por segunda vez en mi vida, subir y bajar el cerro el Plomo en modalidad Skyrunning por la ruta de Víctor Torreblanca (la misma que había logrado realizar dos años atrás). En esa oportunidad me prepare con varios compañeros, con varios entrenamientos y en el momento del día “D” solo se apuntó mi amigo Marcelo Rojas. Fue una gran carrera para subir y bajar el Plomo entre estos dos amigos y fuertes adversarios en carrera, Marcelo logro cumplir el exigente trazado en 13:30 FKT, en tanto que yo lo hice en 14:57 FKT 50+ y superando el tiempo de 16:48:00 registrado en el año 2000 por Víctor Torreblanca.
Ansioso me preparaba mentalmente, en tanto que físicamente me sentía bien, pese al intenso calendario de carreras que había tenido durante el año que ya había cerrado. Sin embargo, no quería dejar pasar la oportunidad de estas mágicas coordenadas que se estaban dando en cuanto al clima, el físico, la mente y entrenamiento, así que seguí a mi instinto.
Pero había un componente adicional, que no dejaba de preocuparme, que requeriría de toda mi destreza, concentración y sentidos para poder subir y bajar el cerro El Plomo provisto, esta vez, de un calzado con una delgada suela flexible; sin drop; sin amortiguación; sin grip; sin ningún elemento de refuerzo y control de pisada; con los dedos libres y los pies holgados. Correría con las Vibram FiveFingers “contraviniendo” con el uso de calzado robusto, grueso y protegido de los andinistas.
Invite por Facebook a quien quisiera y estuviera en condiciones de acompañarme, pero solo esta vez llego el ave Fénix, así que nos lanzamos a las 04:01 AM, desde el Bike Park de La Parva (2.980 m.s.n.m.) en carrera en el silencio y la oscuridad de la noche, iluminados por la luz de la linterna frontal y con la vigilia de los pensamientos.
En la noche, corría, caminaba o trepaba iba repasando cada detalle de lo que debía mejorar con respecto al Skyrunning realizado dos años atrás. Especial preocupación; beber líquido, alimentarme e ir dosificando el ritmo en la subida, así evitaría la puna y lograría tener fuerzas para enfrentar el duro regreso, además de poner mucho cuidado en no golpearme los dedos y estar atento a mantenerme siempre en movimiento para no enfriarme.
Como me gusta correr a sensación no uso reloj ni GPS, por lo que para llevar el registro puse la función en la cámara fotográfica con fecha y hora para que esta fuera impresa en cada foto de los puntos de interés. Así, aplicadamente llegue al Portezuelo Franciscano (3.583 m.s.n.m.) a las 04:54 dejando atrás una vista lejana de las luces de la ciudad dormida. Solo no estaría, en el estacionamiento del Bike Park estaban muchos autos estacionados sin sus pasajeros que por algún lugar de la montaña andarían.
Aclarando a las 06:12 en Cancha de Carrera (4.200 m.s.n.m.) diviso a lo lejos la imagen del Cerro El Plomo con su figura imponente, me emociona y asusta, también veo algunos andinistas buscando entre las rocas algún buen lugar para aliviar el estómago y dejar un buen recuerdo en la montaña. Sigo ahora, honrando la Cancha de Carrera corriendo a no más dar hasta el Filo del Leonera (4.300 m.s.n.m.) llegando a las 06:45 para empezar el descenso al Refugio Federación.
Para mi sorpresa y agrado, conté rápidamente más de 60 carpas en el sector Refugio Federación, por lo tanto el Plomo estaba de fiesta, situación que me motivo bastante. No serían mis compañeros de carrera, pero sería mucha gente, con mucha fuerza tratando de conseguir, cada uno a su ritmo, la tan anhelada cumbre del Plomo.
Pase rápidamente a las 07:51 por Refugio Federación (4.100 m.s.n.m.), viendo como la ciudadela bullía en actividad. Tome sobre la marcha, los últimos sorbos de mis caramayolas antes de empezar a subir al abastecimiento sobre la Hoya, en el sector de los Espejos.
Los Espejos (4.300 m.s.n.m.) a las 08:19 estaban congelados y yo allí, a punta de roca logré quebrar la gruesa capa de hielo para introducir la caramayola y así poder llenarla, este sería mi único abastecimiento de agua programado para la subida y la bajada en este sector.
Abajo en la Hoya diviso unas pocas carpas en tanto que para arriba, el cerro El Plomo más cerca y más lejos de lo que uno se imagina y del otro lado –abajo- la ciudadela en Refugio Federación.
En Refugio Agostini (4.600 m.s.n.m.) a las 09:04 a comer y prepararse para la parte más difícil del recorrido: la dura y empinada ascensión hacia la Pirca.
Con mi vestimenta lejos de ser la usada por los andinistas, no pasaría inadvertido para las tres personas que se encontraban en Refugio Agostini y a las que iría dejando atrás en la ruta. Mi calzado -unas FiveFingers- con calcetines, pantorrilleras compresivas, short largo compresivo, una polera compresiva de activación, una primera capa, un cortaviento, un buff, un bastón, guantes, lentes y un cinturón con dos caramayolas, en su interior los crampones, comida, manta de sobrevivencia, silbato, celular, cámara fotográfica, balaclava y segunda polera de manga larga térmica, en fin, mucho más de lo necesario pero no quería pasar frio que era una de mis principales preocupaciones.
Con los andinistas en Refugio Agostini, entramos en confianza y las preguntas no faltaron ¿no pasas frio? ¿no te duelen los pies? ¿de dónde partiste? ¿a qué hora partiste?, respondí a cada pregunta mientras bebía y comía. Ellos llegarían hasta allí, luego de tomarnos algunas fotos, nos despedimos y continúo con mi ascenso ahora bien abastecido de alimento y bebida bajo un día despejado, soleado y con muy poco frio.
Camino a la Pirca empiezo a divisar las cordadas de andinistas que se ven cada vez más cerca, me voy esta vez, a diferencia del recorrido de dos años atrás, por el camino correcto hacia la derecha y no por el lado del glacial. Empiezo a alcanzar a las cordadas de andinistas y luego los dejo atrás, me cruzo con otros que vienen descendiendo y otros sentados en el camino tratando de recuperar fuerzas. Sigo a paso sostenido, sin apurar demasiado para dosificar ya que esta es la etapa más dura de la ascensión.
Después de casi una hora y media siendo las 10:33, llego a la Pirca (5.200 m.s.n.m.) había logrado la parte más dura del recorrido, ahora venía la temida cruzada de hielo. Ya me habían advertido que el glacial estaba cristal, incluso un andinista que le pregunte, me dijo que el día anterior solo se había podido cruzar apoyado con cuerdas de seguridad.
Allí estaba equipándome, para los que me observaban le parecía insólito, cruzar el glacial con crampones puestos en unas FiveFingers. Luego de ver las dos posibles rutas para atravesar el glacial, opte por subirlo completo hasta interceptar el sendero en el punto más alto y no cruzar la pequeña lengua del glacial para tomar el sendero desde abajo. Me sentía cómodo con los crampones nuevos (no así dos años que se me salieron en medio del cruce), a lo derecho sin parar y pisando fuerte en el pétreo y cristalino hielo del glacial.
Rápido me fui, alcance a varios andinistas en el glacial y los que venían por el sendero desde abajo. Ya en el sendero que conduce a la tan anhelada cumbre me saco los crampones y empiezo a paso rápido sostenido, trotando, caminando, corriendo quiero llegar: estoy en carrera. Paso y paso andinistas, en eso estoy tratando de llegar e inesperadamente dos amigos de Facebook que me reconocen me gritan, me filman y me reciben inmortalizando ese momento que con el ultimo aire, llego entre corriendo y caminando a la cumbre del cerro El Plomo (5.424 m.s.n.m.) a las 11:34 después de siete hora y treinta y tres minutos desde que partí.
En la cumbre un sin número de andinistas, algunos acostados, otros tomándose fotos, otros contemplando el paisaje, otros de regreso. Es un día de fiesta en la cumbre y lo había logrado; había llegado al cielo en carrera, por segunda vez en mi vida, había llegado a la cumbre del cerro El Plomo casi descalzo. Ahora quedaba la mitad más corta del recorrido, había que cuidarse en las bajadas técnicas y apurar el paso a no más dar que el reloj no para.
Tras breve pausa en la cumbre, comienzo mi descenso por el sendero hasta llegar -justo al medio día- al cruce del glacial. Esta vez, tome la lengua más corta, cruce rápidamente y seguí mi camino hacia Refugio Agostini, siendo las 12:50 me encuentro con un grupo de Andinistas, preguntas, respuestas y explicaciones van y vienen. Continuo rápidamente cerro abajo para llegar a Refugio Federación a las 13:21. En la ruta, en el sector de los espejos, miro hacia abajo a la Hoya y hacia arriba El Plomo que ha quedado atrás. Aquí, de acuerdo a la ruta programada, tomo el sendero que me conducirá a Piedra Numerada; lugar de abastecimiento de agua y la parada biológica obligada a propósito postergada hasta estar bien abajo (dos años atrás, fue en el sector de Agostini en la subida).
Listo a las 14:30 en Piedra Numerada, más liviano, abastecido de agua y comida sin piedras en el calzado así que no mas dar para enfrentar los toboganes que me llevaran al Portezuelo Franciscano sobre la Laguna Piuquenes.
A las 15:48 llego al Portezuelo Franciscano después de un poco más de una hora y quince minutos de sudor y esfuerzo. No queda nada, esa frase tan sufrida y recordada en cada carrera cuando te la gritan. No queda nada y queda todo, vamos apuntándole al sendero que cruza por la ruta de descenso de los MTB, a ratos con los andariveles sobre la cabeza escuchando breves conversaciones de los visitantes que van cómodamente sentados en las sillas del andarivel que está en funcionamiento, divisó bicicletas que bajan vertiginosamente. Esas imágenes me abstraen pequeños instantes que me dejo llevar por la imaginación, quizás como un recreo disociativo del gran esfuerzo que estoy realizando. Finalmente, a las 16:01, a lo lejos, diviso el estacionamiento del Bike Park en la Parva, la tan anhelada meta.
Con las piernas fatigadas me esmero en tomar la empinada bajada por el sector más irregular para no resbalar, ya estoy a pocos metros, me sale instintivamente un característico sonido de ave Fénix para cruzar la meta como un triunfador a las 16:16
Lo había logrado, El Plomo me había dejado conquistarlo en un formato minimalista y casi descalzo y de paso establecía un nuevo FKT 50+ con un tiempo 12:15:00 en subida y bajada por las ruta de Víctor Torreblanca.
La ruta de ida
- Bike Park La Parva-Portezuelo Franciscano-Cancha de Carreras-Filo del Leonera-Refugio Federación-La Hoya-Refugio Agostini-La Pirca-Cumbre
La ruta de regreso
- Cumbre- La Hoya-Piedra Numerada-Portezuelo Franciscano-Bike Park La Parva
Tiempo: 12:15:00
Secuencia fotográfica con fecha hora del FKT 50+ cerro El Plomo por la ruta de Víctor Torreblanca
https://www.facebook.com/emiaj.emuh/media_set?set=a.10205391277724321.1073741883.1320631721&type=3
Jaime Hume
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