Por qué corremos II
No corremos porque todos corren. No corremos para vernos lindos. No corremos para ser vistos. No corremos para estar a la moda. No corremos para que hablen de nosotros. No corremos para que nos aplaudan. No corremos para que nos entreguen premios. No corremos por lograr nuestra mejor capacidad física. No corremos para poder contar un cuento y llamar la atención del resto. No corremos para sumar más y más kilómetros. No corremos para ir a mirar al resto. No corremos para cumplir nuestra rutina. No corremos para tener (el mejor) equipamiento. No corremos porque sea una actividad simple.
Corremos para retirarnos de la realidad. Corremos para dejar que el tiempo pase a las velocidades que nos plazcan. Corremos para escucharnos a nosotros mismos: nuestra respiración, nuestros latidos, nuestros jadeos, para sentir hambre, deshidratación y sueño. Corremos para escuchar los pájaros, los ríos, las hojas de los árboles chocar entre sí cuando sopla el viento. Corremos para sentir el sol pegando en nuestra piel para entregarnos calor. Corremos para sentir el barro, para sentir el bosque, para sentir el frío de las quebradas y el calor por radiación que entrega el “cemento” a lo lejos. Corremos para agregar variabilidad en nuestras monótonas vidas, para subir y bajar, para caer, para reír, para cantar, para llorar, para sentir alegría y cansancio. Corremos para agradecer a la vida por lo que somos, por tener funcionando todos nuestros sentidos y sistemas. Corremos para conectarnos con la naturaleza, la que nos cobijó por millones de años, enseñándonos, dándonos de comer y que ahora tenemos olvidada y maltratada.
Corremos para sentir, para utilizar nuestros cinco sentidos y acordarnos que los tenemos. Corremos con nuestras mentes dejando de lado nuestros cuerpos, lo material. Corremos para hacernos fuertes y poder sobrepasar los momentos difíciles. Corremos para olvidar. Corremos para volver a nacer, para llamar la atención de nuestros cuerpos y nuestras vidas. Corremos para cuestionarnos qué hacemos acá, el por qué y para qué estamos vivos. Corremos para pasar horas con nosotros mismos, para escucharnos, para relajarnos. Corremos para superar nuestros límites, físicos y mentales. Corremos porque sabemos que nuestras mentes serán capaces de sobreponerse a cualquier desafío impuesto y nuestros cuerpos serán sometidos a lo que ordenen nuestras mentes. Corremos para ser capaces de escuchar los estímulos que serán beneficiosos para nosotros y para desechar aquellos que sólo generan ruido.
Corremos para conocernos a nosotros mismos. Corremos para saber de qué estamos hechos. Corremos para saber qué hay en lo profundo de nuestros seres. Corremos porque sabemos que a pesar del cansancio físico, somos capaces de usar nuestros cerebros para así encontrar fuerza y sobreponernos a lo mundano que nos rodea. Corremos para posicionarnos en situaciones que de otra forma nunca viviremos, y tratamos de salir vivos y contentos, para así aprender de la vida. Corremos para recordar cómo era la vida hace miles de años, para sentirnos en “la caza de algún animal”. Corremos para sufrir físicamente y así sentirnos débiles. Corremos para no rebajarnos, para estrujar nuestros cuerpos pero obligar a nuestras mentes a superar los males pasajeros. Corremos para hacernos fuertes mentalmente y como consecuencia, físicamente.
Corremos para superar nuestros miedos. Corremos para descubrir lo desconocido. Corremos para conocer lugares nuevos. Corremos para conocer gente nueva. Corremos para construirnos una vida. Corremos para fortalecernos, no solo físicamente, sino que espiritualmente, psicológicamente. Corremos para mejorar nuestras virtudes y pilares fundamentales: fuerza de voluntad, resilencia  constancia, disciplina, templanza, prudencia.
Corremos para ser felices, somos capaces de atravesar momentos difíciles, salimos airosos de ellos, enfrentamos los problemas, sufrimos, aprendemos cosas nuevas, adquirimos experiencia, nos preparamos mejor para los siguientes desafíos y aprovechamos mejor los momentos fáciles y felices.
Corremos para superarnos a nosotros mismos. Corremos para esforzarnos y cruzar nuestros propios límites. Corremos para demostrarnos que somos capaces de cambiar y mejorar.
Corremos para encontrarle un sentido a esta vida.
“La vida comienza al final de la zona de comfort”.

2 Comments

Comments are closed.