Es inevitable vincular correr con las vacaciones, a pesar que no corrí lo que corro normalmente en una semana, esta semana de vacaciones también eran vacaciones de deporte.
No puedo comenzar a hablar de este intento de tiempo más rápido sin antes explicar como se gestó la idea. Llegué a Panamá sin expectativas y sin un plan armado para recorrer la ciudad. Una vez que llegué donde Jorge, un amigo de la universidad, comenzamos a ver cuáles serían los destinos a conocer, entre ellos playas en el Caribe, islas y lugares turísticos de la ciudad. Horas antes de subir al avión para comenzar el viaje, hice una breve búsqueda en Google sobre algún parque para conocer; así fue como llegué al Parque Natural Metropolitano.
Sacamos un mapa de Ciudad de Panamá y comenzamos a ver cuales serían los destinos. Ahí me doy cuenta que el Parque que había visto hace unas horas se encontraba a pocos kilómetros de la casa de Jorge.
Comienza la semana y mientras Jorge trabaja, parto temprano por la mañana a recorrer la ciudad con rumbo al Parque. Luego de unas cuantas horas y un taxi, por perderme, llego a destino. La cantidad de flora y fauna es increíble, inmensidad de insectos, arañas, termitas, mariposas, hormigas cargando hojas. Por otro lado, podía ver unos roedores conocidos como ñeques, que recogen frutos y comen a la orilla del camino, lagartos, tortugas, geckos, caimanes, monos tití y una infinidad de aves. Un verdadero paraíso.
En total los senderos suman cerca de 5.5 km y en la mitad del circuito puedes tener una vista de casi 360 grados hacia la ciudad. El sendero es suave y asciende de la misma manera, con un falso plano que puede engañar tus piernas en más de una oportunidad. Luego de unas cuantas horas de recorrer todos los senderos, que no son muchos, regreso a la oficina de la administración y converso con los chicos del parque. Entre conversación y conversación les pregunto si hay gente que venga a correr a este parque y me cuentan que si, que siempre viene gente. Obviamente la pregunta número dos fue saber si tenían alguna idea de cuanto tardaban en recorrer todos los senderos pero no sabían, no tenían idea. Ups! dije, entonces habrá que intentarlo, el parque es demasiado increíble como para no give it a try. Mi cálculo era de unos 30 a 40 minutos para el sendero completo. Me despido y les prometo que volveré, pero esta vez a correr e intentar el tiempo más rápido que pueda y el clima me permita.
Jueves 31 de octubre llego al Parque para correr. Me encuentro con los mismos guías de la primera vez. El clima amenazaba lluvias más temprano de lo que había llovido los días anteriores. Eran cerca de las 10 am, cuando los días anteriores las lluvias habían caído luego del medio día. Christopher, el guía que tomó las imágenes de mi partida y llegada, me advierte que va a llover y que tenga cuidado. El sendero tiene escalas de madera y muchas raíces como también mucho musgo debido a la humedad y por muy buena que sea tu zapatilla, las probabilidades de resbalar en este terreno aumentan con la lluvia. La humedad era alta, la temperatura alcanzaba los 25-28 grados celsius y la sensación era como entrar a un baño con la ducha prendida y con ese vapor en el ambiente. 10 minutos para calentar el cuerpo y entrar en confianza. Cerca de las 10:25 me cuento un 3,2,1 y salgo corriendo. Primer sendero era Los Momotides, sendero que tiene una leve pendiente de ascenso y que cada ciertos metros ves lineas verdes en el suelo, son hormigas cargando hojas, en perfecta coordinación. Cuando las veo intento saltarlas -no quiero interrumpir-. Casi 4 minutos y termino el sendero, creo que ya tengo suficiente, la humedad y el clima hacen de las suyas. Paso por la administración, recojo mi botella con isotónico y sigo por el sendero Los Caobos. Aquí el exceso de confianza me juega una mala pasada, la humedad no me permite sentirme oxigenado y comienzo a ahogarme, el calor ya me tiene sofocado y la subida, que es corrible, la caminé en un 50%. De sonido ambiente, las cigarras, en el piso hojas, piedras y escalas de maderas, hasta llegar a un pequeño mirador. Luego de esto una bella bajada que me lleva directo a un vivero, una breve sección por el sendero El Roble para tomar el sendero La Cienaguita. Entro al sendero y comienzo a sentir las primeras gotas de agua. A lo lejos un trueno, el viento mueve las hojas confundiendo los sonidos. Ya me encuentro completamente mojado, no se si es por el sudor o por la lluvia. La lluvia aumenta la humedad del ambiente y comienzo a sofocarme. Uno que otro sorbo de la botella me ayudan a mantenerme más despierto. Llego al último mirador, con alegría veo la ciudad, cubierta por un manto blanco, de aspecto fantasmagórico. Veo la escalera para llegar al último mirador, subo y arriba otro espectáculo, otra cara de la ciudad, también cubierta por esta cortina de lluvia. Lo de ahora es pura bajada por el Sendero del Mono Titi, un sendero ancho, de auto, algunas secciones con asfalto, algo resbaloso. Se que estoy a punto de bonkear, queda la última recta por el Sendero El Roble, hasta la administración. Mi zapatilla se desabrocha, me agacho y el calor me sofoca, esto es igual a un sauna, arreglo la zapatilla, la lluvia cae más fuerte que antes y comienzo a correr nuevamente, alcanzo el vivero, llego a una minúscula laguna con tortugas y caimanes. A modo de broma pienso en que ojalá no haya uno en el sendero, miro a mi derecha y en el agua veo sus lomos, veo las tortugas quietas en el agua, cruzo un pequeño puente, me resbalo sin caer, nuevamente se desabrocha mi zapatilla pero decido continuar, tan solo quedan 500 metros para terminar. Último esfuerzo, la lluvia continúa, y logro llegar a la administración, detengo el reloj y leo 31:25, para los 5.3 km que medí; 10 minutos bajo lo que tenía presupuestado hacer. La sensación de ahora, es la misma de un sauna… No dejo de transpirar por más de 1 hora.
Los 5 km más duros de mi vida. Primera experiencia corriendo con un clima tan húmedo y caluroso. Realmente una experiencia increíble recorrer tan bello parque, primero caminando y luego corriendo. Las sensaciones son muy diferentes, al correr, lo que ves y lo que sientes se confunden y se transforman en una sola sensación. La lluvia, la respiración agitada, el cansancio, los paisajes, el tacto, todo aporta y va grabando algo en el cerebro. Realmente dudo que mi tiempo sea el más rápido, pero como no encontré relato sobre esto y tampoco el parque tenía una referencia creo que es importante dejar registro escrito de este intento. Creo que una persona, aclimatada y acostumbrada a correr con este clima y con una buena condición física puede bajar en fácil unos 10 minutos a mi tiempo. Tan solo debe correr -porque se puede- y empujar durante todo el recorrido, ojalá sin lluvia.
Aquí el recorrido:
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