Todavía recuerdo la primera vez que subí el Manquehue hace no tanto tiempo atrás. Me acuerdo que nos tomo cerca de 7 horas hacer la vuelta completa vía la pirámide. Aquel trekking casual, marcaría el comienzo de este amor que sigue hasta el día de hoy. A diferencia de lo que algunos podrían creer, las veces que he llegado hasta la punta del cerro, no han sido muchas.,de hecho, hasta la fecha solo tengo 15 ascensiones de las cuales 6 han sido este año y de todas estas, solo en 3 he intentado hacerlo de “manera rápida”. Cuando el lunes 27 de junio llegue hasta la cumbre en 54:02 segundos, si bien estaba feliz por haber marcado ese tiempo, estaba feliz aun más por haber cumplido con lo que me propuse. Más allá de si este tiempo es o no el más rápido, para mí, no hay nada mejor que la superación personal y el trabajo duro reflejado en un acto en particular. Mi reloj -mi tiempo- reflejaban justamente eso.
Cuándo me levante el lunes por la mañana, la verdad es que tenía las piernas más que cansadas por los esfuerzos de los últimos dos días (sobre todo por lo del Provincia) pero ya que tenía que hacer hora, me empezó a dar vueltas por mi cabeza lo que había estado conversado con Daniel, Patrick y Matias el día anterior. Que era algo más o menos así: “la verdad es que de las veces que intente hacer un buen tiempo en el cerro, nunca me tomé la molestia de calentar previamente y sinceramente ni siquiera había comenzado empujando desde el principio. Sentía que en un buen día, de todas formas tenía lo necesario para romper la hora en el recorrido”. A eso de las 10 y media mi cabeza ya había hecho el trabajo y estaba estacionándome en el San Cristóbal. Esta vez quería hacer las cosas bien, pasará lo que pasará bajaría de la hora.
Apreté strart en mi reloj y mi cabeza de inmediato empezó a empujar mis cansadas piernas, como nunca antes había sucedido. Sin darles respiro, sin titubear. “Hay que apretar me repetía constantemente.” Mi dominio del sendero y sus cortes me hacían sentirme más que confiado a la hora de elegir la mejor ruta para intentar esto. Mi idea siempre ha sido tomar la linea en la cual me sienta ‘más eficiente’ avanzando. Nunca me ha interesado mucho seguir el sendero establecido cuando existen posibilidades más directas para ascender. A mi juicio, una curva mal tomada podría significar más que una perdida en tiempo, una desconexión con lo que estaba realizando y si algo me preocupaba, era tener distracciones. “Determinación y enfoque” era mi mantra. Ya internado en el cerro me cruzo con unos “pastores” que iban en sus mulas cerro arriba, la cual diría fue mi única distracción durante todo el recorrido, afortunadamente no había nadie más así que durante esos 54 minutos y 02 segundos que duro la ascensión, lo tuve completamente para mi. Llegando “Al Litre” mi reloj me decía que iba muy por debajo de mis tiempos y tenía que seguir haciendo lo que estaba haciendo porque estaba funcionado ! Llegando al portezuelo -que era mi el primer parámetro- mi respiración ya estaba a fondo y sentía el peso de haber estado empujando en todo momento. 30m51s me había tomado hacer la primera parte.
Llegado a este punto ya estaba seguro de que iba poder bajar de la hora, por lo cual -inconscientemente quizás- mi cerebro comenzó a replantearse la meta. El número 55 invadió mi mente. Ya no se trataba de bajar la hora, se trataba de ir lo más a fondo que pudiera, independiente de si lograba o no el tiempo esperado, la misión siempre fue una: dejarlo todo. La parte que sigue es por lejos la más fácil del cerro, acá era importante apretar como si estuviera corriendo 10k en la calle, pero sin cometer errores estúpidos que me pudieran costar tiempo y energía valiosa. Siendo sincero, esta es la parte del cerro que menos me acomoda. Los típicos sube y baja que obligan a correr el 100% dejándome sin aire para enfrentar la parte final. Afortunadamente, mis piernas flatties estaban funcionando mejor de lo esperado y logre hacer esta porción en el tiempo más rápido que haya hecho hasta ahora. 10m47s, el cual es completamente mejorable para alguien que se desenvuelve bien en ese tipo de terreno. (no mi caso).
Terminado el 2/3 del recorrido ya me encontraba terriblemente cansado. Mi respiración estaba por los cielos y mis piernas trepadoras me gritaban que parara. Aun así sabía lo que tenía enfrente y no iba a aflojar quedando tan poco para terminar. “Sufrir” hasta las últimas consecuencias. La verdad es que el último tramo (al cuál denomino El Filo por su primera parte) es mortalmente entretenido y la mayoría de las veces que lo hago, lo paso tan bien subiendo que no me doy cuenta y estoy parado arriba del cerro. Esta vez no fue así. Llegué con muy pocas fuerzas y estuve constantemente luchando por tratar de mantener un ritmo decente sobretodo en la parte final que siempre puede ser un poco confusa. A pura experiencia y ganas de hacerlo bien, termine el último tramo en 12m14s el cual es un tiempo bueno, pero lejos del que podría haber hecho con algo más de energías en las piernas. Durante los minutos finales ya ni siquiera estaba preocupado del reloj (de hecho no lo mire más desde que termine el plano), mi estado de locura y cansancio era tal que recuerdo haberme gritado (si, gritado) durante algunas partes, dándome animo como un loco. Cualquiera que me hubiese visto así, en esas condiciones, de seguro se hubiese asustado, no se si el espectáculo es muy bonito de apreciar.
La satisfacción que me dio apretar el stop en mi reloj fue una de las más grandes que halla sentido hasta ahora y estoy seguro, va a ser difícil de olvidar. Más que por el tiempo en sí, creo que no hay mejor sensación en el mundo que sentir que uno lo dejo TODO realizando algo en particular. Para mi, la felicidad se compone de estos pequeños instantes de euforia, excitación y locura. Esto no tiene que ver con ser rápido o no, esto tiene que ver con empujar los límites, con trabajar (no un día o unos meses) por mucho tiempo, con sentirse uno con el entorno, con darlo todo cuando se cree que no hay más, con volverse loco para estar más lucido.
Muchos pueden pensar que el intentar algo así, involucra tanto sacrificio y sufrimiento que se pierde el sentido de ‘correr en la naturaleza’ con todo lo que esto significa…pero la verdad, es que al menos en mi caso, yo nunca había estado más conectado con cada piedra y con cada rama por la cual pase en los 54 minutos y 02 segundos que estuve empujando cerro arriba. Es como estar en un estado de trance donde se requiere de llegar a una conexión tan profunda entre tu mente-cuerpo y entorno, que para mi es la definición perfecta de “sentirse vivo”.
Ahora, con respecto al tiempo? Por supuesto que se puede bajar y estoy seguro que hay mucha gente por acá que es capaz de romper la barrera incluso de los 50 minutos. Independiente de si este fuera o no un record, para mi, esto se trata de superación, de querer más y trabajar para ello. Creo que con un par de piernas frescas podría haberme acercado a la barrera de los 50, pero el grado de involucramiento y determinación que se requiere para empujar tan a fondo haciendo algo así, no es algo que pueda hacer todos los días. Creo que ya he entregado demasiado a este pequeño trayecto así que es hora de que lleve ‘mi sufrimiento’ a un cerro distinto. Por otra parte, el Manquehue vía la Pirámide me ha formado como corredor y siempre voy a estar contento de volver a el.
Revisa el recorrido aquí: http://app.strava.com/activities/62641596
Wen pique Max!
Me tentaste con bajar la marca jajaja, pero necesito 4 kilos menos.
Abrazo,