Como corredores de cerro, muchas veces nos vemos seducidos ante la posibilidad de explorar nuevos lugares y alcanzar nuevos desafíos. La capacidad de poder trasladarnos con nada más que nuestras piernas; por kilómetros y kilómetros, subiendo y bajando, con frío o calor, hasta territorios muchas veces aislados, nos hacen sentirnos realmente satisfechos en cuanto al ‘poder’ que nos entrega la práctica de este deporte.
Durante el tiempo que llevo corriendo, me he dado cuenta de que existen corredores que se ven más motivados por hacer nuevos caminos/cerros/desafíos siempre que tienen la posibilidad. Mientras que otros, no tienen problema alguno en repetir una y otra vez las mismas rutinas, hasta casi dominarlas por completo. Tengo claro que existe un grupo privilegiado que puede darse el lujo de mezclar ambas cosas en sus salidas diarias. Es decir; cumplir con la cuota de aventura y adrenalina que significa correr por lados nuevos y a su vez, lograr repetir recorridos hasta dominarlos a la perfección.
Me parece que el instinto humano básico, nos lleva a querer estar en constante descubrimiento de cosas y, hay personas que claramente se esfuerzan por lograr esto. Por mi parte, siento la necesidad de crear un vínculo con un recorrido que encuentre atractivo y esto significa, hacerlo una y otra vez hasta sentirme ‘corriendo como en casa’. El hecho de poder estar día a día ligado a una ruta en particular, es algo que me produce un alto grado de satisfacción. La única forma de crear esta conexión con un lugar determinado; conociendo casi cada piedra y sentirme parte del entorno, solo lo puedo lograr a través de la repetición. Solo la experiencia y el tiempo que pueda llevar sobre un recorrido me ayudan a crear este vínculo más profundo con el lugar que me rodea y finalmente, me lleva a aspirar lograr una mejor performance en el determinado recorrido con el cual me sienta conectado.
Tengo claro que el lugar en donde nos encontremos viviendo, es un factor clave a la hora de decidir donde saldremos en el día. Claramente existen ciudades que nos permitirían hacer un par de salidas a la semana sin la necesidad de volver a repetir ninguna ruta durante la semana, mientras que otras, no entregan muchas posibilidades, obligando a usar reiteradamente el mismo patio de entrenamiento. Sin duda, el hecho de contar con pocas opciones a la hora de salir a correr, limita nuestra perspectiva con respecto a esto y de cierta forma, nos obliga a conformarnos con lo que tenemos a la mano. Por otra parte, nosotros no necesitamos caminos lo cual nos da muchísima libertad a la hora de movernos. Me atrevo a decir que prácticamente en cualquier parte de Chile donde nos encontremos, a una hora en auto, podemos llegar a un lugar totalmente diferente al cual estamos acostumbrados a correr todos los días, lo que sin duda, habla de nuestra privilegiada geografía y las infinidades de oportunidades que esta nos da.
Esto mismo se puede ver reflejado en al ámbito de las competencias. En Chile, es bastante difícil encontrar una carrera que se repita el plato (recorrido) año tras año. La mayoría de las carreras pasan cambiando sus rutas una y otra vez apelando al hecho de que ‘se busca’ la mejor opción posible para la realización de esta y por otra parte, apelando al sentido de ‘conocer lugares nuevos’ lo que claramente sirve como un atractivo para muchos. Un recorrido que cambia año tras año pierde continuidad y por lo tanto, se hace incomparable con sus versiones anteriores. Estoy de acuerdo que carreras de índole más familiar estén en la constante búsqueda de lugares nuevos para su realización y de seguro, tienen para rato con esta práctica (aun queda mucho por descubrir), pero a esta alturas, con una comunidad de corredores en vías de consolidarse, creo que ciertas carreras emblemáticas (que no voy a nombrar) no debieran moverse de lugar ni de fecha. Creo que es hora de contar con un calendario serio y bien estructurado. Esto de correr en el cerro dejo de ser un hobby y para muchos se ha transformado en un estilo de vida. Es hora de empezar a tomarlo como tal.
Afortunadamente, nuestro deporte nos otorga tantas libertades como responsabilidades. El que desea estar en constante búsqueda por nuevos lugares, lo puede hacer y qué bien que así sea. Si no fuera por los que se atreven, muchas veces no conoceríamos estos lugares. Finalmente, nuestro deporte se promociona mejor a través del boca a boca. Nada mejor que el comentario de un amigo o un relato interesante, para despertar nuestro interés por correr en un lugar determinado. Por otra parte y viendo un poco el desarrollo del deporte en otros países, la mayoría de las performance extraordinarias, ya sea tanto en competencias o desafíos personales (FKT), se han logrado a través del estudio de un determinado lugar y un reconocimiento previo para la elaboración de una buena estrategia.
El establecimiento de las carreras y/o rutas clásicas son necesarias para el crecimiento de nuestro deporte y no solamente a nivel local, sino que cómo una oportunidad de atraer a los miles de trail runners que ya empiezan a mirar a Chile como un país atractivo para venir a correr. Si queremos ser anfitriones de grandes carreras, debemos explotar nuestra geografía creando buenos recorridos y haciendo historia con ellos. Así como acá muchos sueñan con correr UTMB, la Western States y otras más de las archi-conocidas, nosotros podríamos tener lo mismo en nuestras montañas. El establecimiento de las fechas (tanto inicio de inscripciones como el de la carrera misma), de un recorrido ‘conocido por todos’ y una organización impecable, son –creo yo- la clave para poder convertir a nuestro país en un destino obligado de los corredores de cerro y en parte, es tarea de todos nosotros lograr que esto suceda.
Comentarios:
- Qué tipo de corredores eres?
- Qué crees que falta en el circuito de trailrunning de tu país?
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