Este fin de semana se realizó el Columbia Trail Challenge “70k” en Olmué, la primera competencia que participo que es por etapas, la cual contempla 43,5 km el primer día y 25 km el segundo. La noche anterior a la carrera decidí quedarme en el mismo complejo que estaba el campamento base para no tener que levantarme tan temprano el mismo día de la competencia, la organización nos había dado permiso para quedarnos en las carpas, pero con un grupo de amigos decidimos quedarnos en unas cabañas aledañas al recinto, queríamos que todo el proceso pre-carrera saliera perfecto para que nada nos afectara la competencia.
Esa misma noche se empezaba a generar un ambiente de ansiedad colectiva, varios conocidos y amigos arreglando sus cosas para ir a dormir. Me fui a la cabaña a arreglar mis cosas también y se sentía ese aire de ansiedad entre los cuatro que estábamos ahí. Karina Palomino arreglando su ropa, su mochila, la alimentación que llevaría y riéndose de la cantidad de comida que yo llevaba, parecía un puesto de abastecimiento entre la cantidad de geles y tabletas, pasas e higos secos que tenía. Mauricio Sepúlveda dando vueltas, de aquí para allá hasta que por fin decidió dormirse y por último Julito Carvajal con el que nos quedamos hablando de nuestras pericias en el deporte e imaginándonos como enfrentaríamos el desafío al día siguiente.
Día 1 – sábado 22
La emoción y nervios de partir el sábado 22 inundaban mi cuerpo, sobre todo porque ya se corrían los rumores de que esta carrera iba a ser muy exigente. El sábado a las 8:00 am ya estaba lista en el campamento base, los cerros nos rodeaban y escuchaba a todos los corredores comentar por donde sería el circuito, señalaban un cerro que se encontraba a la izquierda, luego correríamos hasta la bajada de una mina que estaba como tres cerros a la derecha, subiríamos por el filo de otro, bajaríamos un poco y por último subiríamos nuevamente hasta llegar a una antena que se encontraba en la cima de un cerro frente a nosotros. Intentaba imaginar el trazado pero la ruta estaba muy lejos, empecé a sentir escalofríos, solo quería que la carrera comenzara…. Luego el director de carrera, Nelson Yáñez corroboró lo que yo había escuchado sobre el circuito, he insistió en que iba a estar difícil, así que luego de desearle éxito a todas las personas que conocía revise mis municiones, chequeé el agua, mis cordones, el número, todo en su lugar, le puse start a la música y …… 3,2,1….¡ Nos fuimos!
Partimos siguiendo una camioneta que nos guió hasta la base del cerro y enseguida comenzaba una subida de aproximadamente 7 km por un “sendero ideal” como yo lo llamo, que es el típico sendero despejado y bien marcado. Todo iba bien hasta que los espinos y piedras por todos lados me dificultaban avanzar, estaba segura que habían hecho el sendero con machete el día que lo marcaron, mis piernas sentían los rasguños de las plantas y mis pies buscaban apoyo estable en cada paso que daban. Llegué a la primera cima y luego comenzaba la bajada hacia la mina, un camino de auto que logró darme un gran aliento para seguir con lo que venía después. Ante mis ojos se alzaba un trayecto muy técnico, pasábamos sobre muchas piedras grandes y tal como dijeron al comienzo de la carrera, corríamos por el filo del cerro rodeado de la vista panorámica del precioso valle. A ese punto, en el kilómetro 25-30 el calor ya se sentía en su esplendor, había varios corredores con problemas de salud que ya estaban pensando en abandonar y en los puestos de abastecimiento corredores esperando la camioneta que los llevara al campamento base, ahí me di cuenta que la carrera estaba realmente difícil y no era sólo percepción mía.
Después de tanto desnivel positivo por fin llegaba a un sendero en el cual podía correr, así que recargue agua en un punto de abastecimiento y seguí mi rumbo, iba feliz, sentía mis piernas fuertes e iba a un ritmo muy cómodo….pero era muy ingenuo de mi parte pensar que seguiría así hasta la meta, aún habían más sorpresas. Llegué a un punto de abastecimiento en el cual mi gps marcaba que era el km 40 y todavía no había visto la supuesta antena a la cual teníamos que llegar, eran 43,5 km de carrera por lo que pensé que al final era una broma y que desde ese punto emprendería camino hacia la meta, pero… según la persona que estaba en el abastecimiento era el km 36 y aún quedaba la última subida. Me hice de ánimo y comencé a trotar de nuevo, iba hablando con otro corredor por lo que se me hizo más amena la marcha, avanzábamos en medio del cerro pensando que la subida a la antena era “un decir” y que solo la rodearíamos, entonces vimos a unos corredores más adelante subiendo perpendicularmente al camino que estábamos nosotros, directo a la cima, ya no veíamos el reloj por que marcaban los 43 km y aún seguíamos en medio de la nada, bajo el sol, con una pendiente monstruosa en frente de nosotros y con varios corredores deshidratados… pasaban muchas cosas por mi cabeza, estaba enojada porque se suponía que eran 43,5 km ¡llevaba 45 km, no llegaba a la cima y aún tenía que bajar! Además que la carrera en sí estuvo muy difícil, con subidas muy empinadas, con un trazado muy técnico… ahí fue cuando entre en razón y me di cuenta que ya nos habían advertido de la dificultad de esta competencia. Recordé el por qué estaba ahí, me gustan las carreras difíciles, me gusta exigirme, saber que puedo terminar bien cualquier meta que me proponga y esta no iba a ser la excepción. Mi chip cambió en ese instante y volvió la energía a mi cuerpo, iba con Karina y Lucho subiendo el interminable sendero hacia la antena, Karina tenía heridas las rodillas porque aprovechó de comprarse un terreno en el cerro y Lucho estaba deshidratado ¡Hasta que por fin llegamos a la antena! Por ahí dicen que la unión hace la fuerza y así fue en ese caso, paramos a abastecernos, aproveché de llamar a mi pololo para que no se preocupara y le mande una foto que registró el momento.
Claramente teníamos que continuar para llegar a la meta, venía nuevamente una bajada vertical, no esperaba menos. Seguimos los tres juntos los últimos kilómetros, fueron un gran apoyo en el último tramo el cual era un plano interminable camino a la autopista. Alcanzamos la autopista y mientras corríamos los últimos metros repasamos la pose para la foto de la meta y ¡¡¡LLEGAMOS!! Primer objetivo cumplido satisfactoriamente, finalmente fueron 50 km en 8 horas 38 min.
Después de un exquisito chapuzón en la piscina, un masaje y un merecido almuerzo en el que compartimos la experiencia recién vivida con otros corredores, solo quería descansar y recuperarme para el día siguiente.
Día 2 – domingo 23
Abrí mis ojos y pensé: ¡Vamos, solo quedan 25 km! No quería recordar el circuito de ese día, ya que iba a estar difícil tal como el anterior. Se empezaron a reunir los corredores en el campamento base y había muchas caras nuevas para esta etapa ya que nos mezclamos con los que corrían solo el domingo. El director de carrera nuevamente empezó a dar las indicaciones: 12 km aproximadamente de senderos planos, luego comenzaba la subida en la que podría probar mis dotes de escaladora, la bajada técnica y por último la infaltable antena antes de llegar a la meta.
Unos amigos me advirtieron que en la partida me iba a sentir un poco contracturada y que no intentara seguir el ritmo de las personas que competían solo ese día. Así fue, dieron la partida de la carrera y empecé con un trote suave por el camino de autos, ingresamos al sendero y no me di ni cuenta cuando pasaron los primeros 12 km, ya estaba en la base de la esperada subida al cerro, mi ritmo empezó a descender al mismo tiempo que aumentaba la pendiente, hasta que llegó el momento que tuve que usar mis manos para seguir subiendo, ayudándome de ramas y piedras firmes ¡Qué subida! Por suerte mis piernas siguieron fuertes enfrentándola ¿Habrán sido 5 km aproximadamente? Vi mi reloj y ya llevaba más de dos horas de competencia, no me di ni cuenta cómo paso tan rápido el tiempo. Llegué a la cima, al puesto de abastecimiento y habían otros corredores de 70 km descansando, tuve ganas de quedarme con ellos, pero eran aún más las ganas de llegar a la meta así que me abastecí y seguí trotando, iba todo bien hasta que me encuentro con un señor de polera azul (personas que están cada cierta distancia por si hay algún inconveniente en la carrera) y me dice que tengo que llegar a la famosísima antena que estaba como a 4 cimas del cerro donde estaba yo, el único pensamiento que pasó por mi cabeza fue: antena como te odio. Seguí trotando por senderos planos, subidas y bajadas, las bajadas con mucha tierra suelta y piedras, era interminable el camino hacia la antena y al igual que el día anterior ya habían pasado los 25 km y seguía intentando llegar a la última cima. Continué hasta que por fin divisé el último puesto de abastecimiento, fue como si hubiera llegado a la meta, estaba demasiado feliz y se notaba, las chicas del puesto de abastecimiento me decían: “tú siempre llegas feliz”. Se acordaban de mí por el día anterior de carrera y yo les dije que como no iba a estar feliz de verlas si lo único que quería era llegar a la antena y decirle: “guichipirichi te gané”. Comencé nuevamente la bajada a la meta, no la recordaba muy bien, el día anterior a esa instancia ya no tenía muchos sentidos parece, llegue al camino plano que te llevaba a la autopista y esta vez se me hizo infinita, ya escuchaba la música del campamento base, como nombraban a los corredores que iban llegando antes que yo, no me quedaba nada para llegar…. Vi las banderas en la entrada del recinto, mis piernas comenzaron a agarrar ritmo para llegar a la meta, quedaban solo metros cuando de repente escuche a una mujer gritar eufóricamente a un costado de la meta, era mi mamá, mis ojos se llenaron de lágrimas, la emoción inundó mi cuerpo, seguí mirando alrededor y no sólo estaba ella, sino que también mi papá y mi hermana, definitivamente no pude contener mi emoción, nunca me habían ido a ver todos juntos a una carrera y justo eligieron esta, una carrera que me exigió mucho tanto psicológica como físicamente. A su lado también estaba mi pololo que siempre me acompaña en las competencias ya sea corriendo u apoyándome en este caso, ya que está lesionado y la Kari, mi infaltable amiga de carreras, estaban preocupados por mi llegada, aunque yo juraba de guata que mi tiempo en esos 27 km no estaba tan mal, jajajaja! par de exigentes.
Al final de cuentas eran 70 km, mi gps marcó 77 km que exigieron al 100% mi cuerpo y mente, tuve que mantenerme siempre fuerte para no frenar el paso. Gracias a la organización por desafiarnos al hacer carreras como esta, fue una bonita y sufrida experiencia, conocí a personas grandiosas y claramente fue una experiencia inolvidable, lograron su objetivo.
Gracias al Team Lafuma por apoyarme en la competencias, a mis coach Pre Díaz y Pablo, por que a pesar de que estuve lesionada todo el verano forjaron en mí una muy buena base que me permitió terminar bien la carrera y a mi pololo, que me asistió y regaloneó en todo momento fuera de carrera, eres lejos el mejor partner.
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