Desde el punto de vista de un observador, que poco y nada sabe de lo que hacemos, cualquiera podría pensar que realizamos una actividad completamente física. Lo primero que de seguro se les viene a la cabeza es la enorme fortaleza y capacidad física que debemos tener para; correr ultra maratones, subir y bajar cerros, etc, etc. Es típico escuchar: “no sé cómo puedes correr tanto, yo corro una cuadra y quedo muerto” o cosas por el estilo. Lo que la mayoría de esta gente ignora, es que claramente, el físico acompaña hasta cierto punto y lo que termina por completar la tarea, es la entereza mental y la capacidad de no renunciar a lo que nos proponemos.
Repasando esta idea, tengo claro que el componente físico es importante. Relevante de todas maneras, pero, creo que el componente mental es el que logra que ciertas personas perduren en el tiempo teniendo éxito en esta disciplina y otras no (entiéndase por éxito lograr la mayor satisfacción posible realizando lo que nos apasiona). Prueba de esto, es que siempre vemos como personas “poco aptas físicamente” (ante nuestros ojos al menos), son capaces de completar de igual o mejor forma que personas físicamente más atléticas, un mismo desafío. Claramente la experiencia y la seguridad mental, puede llevar a estas personas a sobreponerse a sus limitaciones físicas para cumplir con los objetivos que se han propuesto. Creo que una persona dura/fuerte de cabeza, puede tener un mejor desempeño que la que solamente cuenta con su capacidad física como único recurso. Muchas veces se observa a personas muy bien preparadas, con un montón de kilómetros de entrenamiento e indumentaria en el cuerpo y sin embargo, el día D, no logran rendir como esperaban.
Por eso mismo, hasta hace no mucho tiempo atrás, se consideraba que este era un deporte, en donde ‘los exitosos’ eran personas no tan jóvenes (entre los 30 y los 40 años) ya que eran estos los que contaban con capacidades más allá de las físicas para sortear las miles de dificultades y sorpresas que el camino y la montaña nos arroja cuando vamos corriendo. Se puede decir que nosotros –los jóvenes- somos más impacientes y queremos salir a correr y ser lo mejor posible en el menor tiempo posible, lo que casi siempre, es virtualmente imposible. En los últimos años hemos sido testigos de cómo algunos jóvenes han sido capaces de romper estos paradigmas y ponerse en lo más alto de este deporte. ¿Por qué será esto? Me atrevo a decir que por su pasión y ganas de entrenar tanto sus habilidades físicas como su capacidad mental de sobreponerse a las adversidades. No solo corriendo, subiendo y bajando cerros, sino que planteándose desafíos antes impensados y trabajando sistemáticamente para poder lograrlos.
Los músculos, la técnica, la velocidad y la resistencia son todos aspectos que pueden ir aumentando en directa relación con la cantidad de horas y la calidad del entrenamiento que estemos realizando. Mientras que por otra parte, la mente y sus diversas aristas, no son tan fáciles de entrenar y desarrollar. Es decir: sabemos que si corremos X cantidad de horas a la semana, estaremos en mejores condiciones para correr X desafío, pero la seguridad y la confianza puede que no se desarrollen a la par con las cualidades físicas antes mencionadas. Me parece, que la cabeza sale más fortalecida luego de aquellas experiencias en las cuales no nos sentimos del todo cómodos o en aquellas en las que algún improvisto nos saco de lugar y donde nos sentimos superados por el entorno. Pero eso no pasa todos los días y es más, muchas veces nos pasamos la vida intentamos evitar ese tipo de situaciones.
Me atrevo a decir que la mayoría de las personas muere sin conocer su potencial y esto es porque son realmente pocos los que ponen sus cuerpos y mentes a prueba. En un mundo y entorno cada vez más tecnológico-dependiente, cómodo y conformista, es difícil romper la inercia y atreverse a hacer algo distinto. Pero los que superan ese umbral por un periodo extenso de tiempo, estoy seguro de que logran vivir a plenitud realizando lo que más les gusta, convirtiendo este deporte en algo más que solo eso. Un estilo de vida.
Lamentablemente, hasta donde sé, no existe un ejercicio mágico que resulte para todos y nos haga sentirnos fuertes de mente en el menor tiempo posible, además, no creo que la mente haga milagros, por lo cual siento que debemos esforzarnos por desarrollar y explotar nuestras cualidades físicas necesarias para poder rendir como esperamos. La unión entre un cuerpo preparado más una cabeza que aguante, podría ser la combinación perfecta para poder disfrutar aun más de lo que hacemos. Mente sana, cuerpo sano. Concepto simple de entender, pero difícil de lograr.
Sin contar a aquellos que podrían estar genéticamente beneficiados, la mayoría de los que corremos necesitamos de tiempo para preparar nuestro cuerpo y para descubrir de lo que somos capaces. Una vez que hemos superado altos y bajos, nuestra mente adquiere un poder que supera cualquier tipo de cansancio y nos hace poseedores de una cualidad que hoy por hoy, está cada vez más escasa; y esta es la capacidad de lograr y completar lo que nos proponemos. La tenacidad y la perseverancia que necesitamos para correr horas y horas, subiendo y bajando, con frio o calor, debe ir de la mano con una cabeza que no nos permita rendirnos, porque mucho más allá de lo físico, lo que nos lleva a cruzar la meta en un día muy duro o llegar a casa sanos y salvos, no es nada más que nuestra fuerza de voluntad y las ganas de superarnos. Porque finalmente de eso se trata, de no rendirse.
fuckin’ deep, bro. es una relación complicada, la que existe entre el cuerpo y la mente. qué fue primero: la gallina o el huevo?
es una pregunta sin respuesta definitiva. creo que, a veces, es mejor que la gallina va antes de los huevos, pero…si es viernes, muy tarde y los huevos están bien copeteao…es normal y necesario que los huevos van antes de la gallina.
O…al menos esto es lo que leí por iRunFar…