Lesiones, sin duda nadie las quiere y cuando llegan, nos hacemos los sordos. Aun podemos dar un poco más, aun podemos terminar la carrera. ¿Dónde está el límite?, ¿Hasta donde podemos llegar sin lesionarnos?.
Comúnmente la indicación es que si tenemos una lesión, debemos parar. Pero si estamos en una carrera o estamos entrenando para una carrera importante ¿que haremos? Hay lesiones que podremos manejar durante un tiempo, pero sin duda hay otras que NO nos permitirán seguir en lo que estábamos. Todo va a depender de la gravedad de una lesión pero sin duda estas son el momento adecuado para descansar, tomar un lápiz un papel y comenzar a responder un par de preguntas, ¿Por qué me lesioné?, ¿Qué debo hacer para volver?, ¿Qué me faltó hacer para no lesionarme?. Sin duda puede haber mil preguntas más que podemos hacer.
No soy un doctor, ni menos alguien con el conocimiento necesario para hablar de salud, pero creo que tengo algunos ejemplos que pueden ayudar a enfrentar lesiones antes, durante y después de una carrera.
Muchas veces durante la preparación a una carrera, vamos a sufrir de dolores, molestias, uno que otro crujido en nuestras rodillas y quizás que otros “pannes”. Siempre debemos ser supervisados por un entrenador el cual nos dirá que hacer en estos casos pero cuando estamos en carrera, deberemos aprender a solucionar nuestros problemas sin ayuda. Mientras entrenamos y tenemos molestias lo más lógico será bajar la intensidad y la carga de entrenamiento hasta que el doctor nos diga lo contrario. De esta manera cambiaremos las zapatillas por la bicicleta o una combinación de ambas disciplinas, de manera de mantener la actividad aeróbica pero disminuir el impacto o quizás nos pondremos unos patines para trabajar nuestras piernas de otra forma. Lo importante es seguir las indicaciones, de nuestro coach y doctor de cabecera, aplicar hielo y calor según sea el caso y no olvidar respetar los descansos. Tan importante como acumular desnivel y kilometros durante la semana, es acumular descanso.
Las cosas se pondrán dificiles cuando estemos corriendo una carrera importante, para la que nos hemos preparado por largos meses de entrenamiento, meses de entrenamiento en solitario o el sacrificio de salir a entrenar mientras tus amigos están llegando a sus casas después de una noche de fiesta. Sin duda todo el esfuerzo realizado durante esos meses no puede quedar en vano o al menos mientras puedas hacer algo para seguir avanzando.
Durante marzo de 2012, tuve la oportunidad de ir a correr el Atacama Crossing, una carrera que no vas a querer abandonar porque lo pasas muy bien, porque compartes con gente de todo el mundo, porque estás con tus amigos corriendo una de las mejores carreras del mundo en el desierto más seco del munto, porque los lugares que visitas son increíbles, porque estás una semana en el desierto y es una historia muy buena para contarle a tus nietos. Esos fueron algunos de mis motivadores que me mantenían en movimiento durante la carrera, y se reforzaron después que al tercer día de carrera sufriera un esguince de tobillo. Al sufrir el esguince, lo único que esperaba era salir del salar y llegar al camino. En ese lugar tenía pensado aplicar un tape y con eso poder terminar el día. Aquí es cuando todos te ofrecen su ayuda, lo importante es escuchar. Aquí es cuando replanteas los objetivos y comienzas a buscar soluciones para resolver el problema. Gracias a los consejos de Cristian Sieveking, avanzar se hacía mucho más facil, la técnica era avanzar una cierta cantidad de pasos corriendo y otra cantidad de pasos caminando. Esto durante largas horas. Llegado el día largo, pudimos hacer los primeros 30km en 3h30m. Lo cual era bastante rápido para tener un esguince y ahora tener una sobrecarga en la rodilla debido al peso de la mochila y al mismo esguince. Los siguientes 40km fueron una historia completamente distinta. Debes sobreponerte al llanto de impotencia de no poder avanzar, debes sobreponerte al dolor, avanzar con todas tus fuerzas cuando el dolor pasa.
Algo muy distinto fueron los 50km del Endurance Challenge de The North Face en Santiago, llegaba con una fuerte torcedura que me había hecho 2 semanas antes de la carrera. En la mañana de la carrera apliqué un tape en el tobillo para impedir que el pie se torciera en su parte externa. Llegaba al km 20 y una fuerte tendinitis comenzaba a molestar, el tape estaba sobrecargando la zona interna del pie. En este momento debí buscar una solución y esta fue apoyar el borde externo para correr y para eso ponía mi pie en la huella de los autos, de manera de quitar carga a la parte interna de la planta del pie. Al cabo de 20km el dolor y la tensión habían desaparecido. Luego pude correr sin problemas en los siguiente 15km de bajada (si, fueron 55 y no 50km).
Por lo tanto la conclusión es que durante una carrera debemos evaluar de manera rápida que tanto podemos aguantar y hasta donde podemos llegar con el dolor, tratar de manejarlo y evitar que este aumente. Para esto hay que conocer nuestro cuerpo y saber como este funciona. Es fundamental poder buscar aquellos elementos motivadores, que permitirán que sigamos avanzando, tratar de no usarlos mucho e ir a “buscarlos” en nuestra mente en aquellos momentos de mayor dificultad. Sin duda que unas de las cosas que más debes entrenar es la mente.
Cuando terminemos la carrera, debemos ir a un doctor para ver que tanto hemos destruido nuestro cuerpo, descansar y recuperar. Las lesiones pueden ser nuestros buenos amigos, son los amigos que te dicen que están haciendo las cosas mal, ese amigo sincero.
Fotografía: Scott Manthey, todos los derechos reservados. Racing the planet.
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